A todos nos ha sorprendimos esta terrible pandemia que nos ha obligado a permanecer en casa durante no sabemos cuanto tiempo más, todavía…
También ha sorprendido a todos los seres vivos domesticados por el hombre y a algunas especies salvajes porque se están adentrando en espacios que antes les era difícil llegar…
Nuestros perros y concretamente los más listos del mundo, EL PERRO DE AGUA ESPAÑOL, se han dado cuenta de que algo pasa. Sí, eso de tener a sus dueños todo el día, a todas horas en casa no era lo acostumbrado. Tiene que haber pasado algo, dirán nuestros perros; pero bueno, para ellos mucho mejor porque están todo el día junto a sus seres queridos y apenas hay ansiedad o desesperación porque tarden en llegar.
La rutina de los paseos diarios sigue siendo la misma aunque en el parque hay menos perros que antes y la gente se distancia mucho y habla menos. Ven como una prenda más la mascarilla aunque los sonidos del lenguaje con la mascarilla distorsionen algo a las voces normales. De los guantes han notado un olor a plástico que tapa el olor característico y único de cada una de nuestras manos.
En el parque también echan de menos que se les suelte para correr un poco, jugar con los otros perros, meterse entre las flores o entrar en el estanque; pero al recibir palabras cariñosas y alentadoras de sus dueño rápidamente se dan cuenta de que “hoy tenemos prisa” y tenemos que hacer un paseo más corto.
De vuelta en casa ve que el recibimiento de alegría por todos los miembros de la familia compensa el corto tiempo del paseo y acepta encantado las caricias, amables palabras de todos y va por su juguete y se lo presenta al primero que encuentra, al que tiene más cerca, invitándolo a jugar, aunque haya poco espacio.
Dentro de casa se pueden hacer muchos juegos con nuestros perros… El más simple es coger una pelota de tenis, colocarla en lugar visible y decir al perro una orden de búsqueda o recogida si la está viendo (suponemos que ya sabe correr detrás de la pelota). Cuando haga este fácil ejercicio el siguiente es esconder la pelota donde no se vea a simple vista y que nos vea donde fuimos a ponerla para que siga nuestros pasos. La traerá rápidamente y le mostraremos nuestra alegría y satisfacción por su acierto. Lo repetiremos tres o cuatro veces. A continuación esconderemos la pelota por allí cerca sin que vea donde la dejamos, le daremos la orden de “busca” y utilizando su poderoso olfato la encontrará… Se repetirá varias veces, mostramos nuestra alegría y nos relajamos.
Los perros no olvidan, tienen muy buena memoria. Siempre recordarán que juegos les hemos enseñado y hasta la hora y lugar donde lo hicimos. Lo que quiere decir que podemos jugar todos los días a las horas que sean las más adecuadas para todos y poco a poco ir combinando los ejercicios. Con tanto tiempo por delante podremos ir enseñando ejercicios de obediencia controlando cuando tiene que salir a buscar el juguete que puede ser cualquier cosa que no entrañe peligro para el perro. Buscar las zapatillas de debajo de la cama se enseña metiendo la pelota u otro objeto que le guste mucho dentro, traer la correa para ir al paseo, recoger juguetes del suelo y llevarlos al cajón donde se guardan, etc. Un sin fin de actividades que nos mantendrán alegres, distraídos y harán que pase el tiempo sin que pensemos demasiado en la situación que nos encontramos.
Antonio García Pérez. 25 de abril de 2020.